Adiós a David Viñas, por Julio Carabelli





Lamentablemente ha fallecido un grande, porque David Viñas independientemente de su escritura fue un hombre con todas las letras, un hombre capaz de renunciar a la Beca Guggenheim (25 mil dólares) como un homenaje a sus dos hijos secuestrados y desaparecidos por la dictadura militar.
Recuerdo que una vez buscándolo por el bar La Paz donde solía refugiarse para pensar y escribir, ya que yo estaba haciendo una nota sobre su novela Dar la cara, de la cual conservo su Primera Edición, me encontré con Miguel Frangoulis, el dueño de la Librería El Griego quien me avisó que se había marchado hacía pocos minutos. Me extrañó que se hubiera ido a esa hora y al día siguiente su secretaria y amiga me contó sobre un ligero problemita de su salud.
Lo vi unos meses más tarde y si esta nota tiene sentido, es sólo por recordar a aquel hombre grandote, autor de casi 30 libros, que solía defender como fuera su posición, claramente expresada en Contorno y en cada artículo que escribía, con los ojos, esos ojos escrutadores, inquisidores a veces, ojos de novelista que indaga, que busca la verdad, nublarse ante mi pregunta: ¿David, qué sabés de Ismael? (su hermano que se fue a vivir a Israel) Tardó un segundo y medio y bajando la vista me dijo: está bien, pero ya no vuelve más.
Creo que apretó mi mano como diciendo: aquí cortamos. Y cortamos, se fue a cruzar Cerrito y yo seguí con la mirada a aquel hombre que me supo emocionar en mi adolescencia como a él el recuerdo de su hermano.

Julio Carabelli

Publicado en La Gaceta Literaria, domingo 20 de marzo de 2011